adquirir la propiedad

SORPRENDENTES MODOS DE ADQUIRIR LA PROPIEDAD.

No tan sorprendentes, en realidad. Una pequeña fortuna en forma de un ramillete de pisos en el barrio de Argüelles, una sidrería típica asturiana, o decenas de inmuebles desperdigados por Cantabria, son la cosecha histórica de clientes de nuestro despacho quienes, por llevar tanto tiempo “a lomos de un burro”, transmiten a los demás el convencimiento de que el burro es suyo.

Eso pensó nuestro legislador decimonónico cuando incluyó en el código civil, entre las formas de adquisición de la propiedad, la prescripción adquisitiva del dominio, que el derecho romano nos legó bajo el nombre de usucapión.

La reflexión llega ahora porque una nueva sentencia, en este caso del Juzgado de Santoña, ha reconocido a nuestro cliente la adquisición de la propiedad de una serie de muebles, con los que ocurre lo mismo que con los inmuebles, solo que es un pleito menos habitual.

El denominador común, entre muebles e inmuebles, es que quien postula su propiedad por usucapión ha debido poseerlos, a título de dueño, es decir, mediante actos de dominio o señoría sobre la cosa, de los que solo su propietario se permite realizar, y que además esa posesión se ejerza de forma pública, pacífica e ininterrumpida, que es lo contrario de clandestinamente, continuamente discutida, o ejercida solo a ratos.

La diferencia, lógica, es que el código civil exige mucho menos tiempo para dar por buena la usucapión de muebles, que puede llegar a seis años, mientras la de inmuebles puede alcanzar los treinta.

En el caso de este comentario la clave estuvo, como es lógico, en el artículo 449 del código civil. ¿ En casa de quien llevaban los muebles más de seis años ?: en la de nuestro cliente. Solo quedaba aplicar la previsión del 449 C.c. en cuanto a que la posesión de la cosa raíz, es decir, la del inmueble, supone una presunción iuris tantum de la de los muebles y objetos que estén dentro de ella y ¡ voilá ¡: muebles adquiridos sin factura ni otro título que el de quien lleva mucho tiempo subido al mismo burro, a la vista, ciencia y paciencia de quienes le rodean y sin oposición de nadie durante ese tiempo.

Parecerá una burrada, pero así es y así se lo hemos contado. Otro día explicaremos lo del barrio de Argüelles, porque detrás hubo un amor prohibido, de cuando se le querían poner puertas al campo. Pero esa es otra historia.

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